Los resultados de un proyecto de investigación llevado a cabo por el Instituto Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja (CSIC), a petición de la Agrupación de Fabricantes de Cemento, Oficemen, se presentaron el pasado 22 de mayo en Madrid. Este estudio se enmarca dentro de las iniciativas acometidas por la industria del cemento para contribuir a la lucha contra el cambio climático, con el fin de de estudiar el COque absorbe el hormigón durante toda su vida útil.

Así, algunos de los más prestigiosos investigadores en España que  participaron en este encuentro, debatieron sobre la construcción sostenible del futuro, las técnicas en materia de deconstrucción o la gestión de los residuos de demolición.

Como conclusión principal de estudio, la investigadora Carmen Andrade expuso que el hormigón absorbe cantidades significativas de CO2 durante la vida útil de las construcciones, y que el reciclado de los residuos de construcción maximizará esta absorción. Así, se pone de manifiesto, una vez más, la contribución de este material de construcción al desarrollo sostenible.

Según datos de la investigación, el hormigón durante su vida útil es capaz de absorber entre 2,1-3,4% del COemitido durante la descarbonatación de la caliza que necesariamente se produce en el proceso de fabricación del cemento. Además, con una correcta gestión de los residuos de construcción, sería posible alcanzar un 15% de absorción.

En España, esto supondría, en el primero de los casos, que durante la vida útil se absorberán 500 mil toneladas al año de CO2 y con sistemas de gestión de residuos de construcción podría llegarse a 1,5 millones de toneladas anuales.

Este es el primer estudio realizado en España sobre esta materia y concuerda con los resultados de otras cuatro investigaciones desarrolladas: Gajda & Miller, PCA; Jacobsen & Jahren; Nordic Innovation Centre (NORCIN) y Clear & De Saulles, BCA, que aplicando, diferentes visiones al análisis de ciclo de vida, concluyen que el hormigón es un material de construcción sostenible, además de por los usos finales en los que se emplea (presas, carreteras, etc.) porque  reduce los impactos de su fabricación con la capacidad de absorción que se demuestra.

Aunque estos hechos no están hasta el momento reconocidos por los Protocolos internacionales, se espera que en un futuro no muy lejano, la absorción de CO2 de las estructuras de hormigón sea tenida en cuenta en los inventarios de emisiones y las contabilidades de CO2 de cada país.