La industria cementera española alcanzó unos niveles de sustitución de combustibles tradicionales por residuos del 5,5%* en 2007. El objetivo de este sector es alcanzar en el año 2012, una vez finalizado el periodo Kyoto, unos niveles de sustitución del 20%. Esta meta se enmarca en la estrategia española de la industria para reducir las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático.

En concreto, la recuperación de estos residuos, fundamentalmente biomasa -harinas y grasas animales, papel, cartón, lodos de depuradora-, neumáticos, plásticos, pinturas y disolventes, facilitó en 2007 un ahorro de recursos energéticos no renovables equivalente a xxx toneladas de coque de petróleo, el combustible fósil tradicional de la industria cementera, así como su correspondiente transporte en España. Esto significa que gracias a esta práctica se evitó el transporte de xx petroleros de coque de petroleo y el vertido de neumáticos y subproductos industriales que podrían llenar xx estadios de fútbol.

La valorización energética es una mejor ambiental que hace compatible el progreso económico con la salud de los trabajadores y el respeto al medio ambiente. Esta práctica se realiza bajo los más estrictos parámetros de seguridad, para que de este modo ni los trabajadores ni el entorno se vea afectados por el uso de combustibles alternativos.

Para potenciar esta práctica, el sector firmó el año pasado un convenio con la Federación Española de Residuos, FER y la Asociación Española para el Tratamiento Medioambiental de los Vehículos Fuera de Uso, SIGRAUTO. Gracias a este acuerdo, la industria cementera pretende incrementar la utilización de vehículos, electrodomésticos y otros productos cuando llegan al final de su vida útil. En España se dan de baja unos 700.000 turismos año y la legislación vigente permite destinar un 15% a vertederos tradicionales, la peor solución medioambiental y sin embargo la más practicada en España.

Asimismo, y fruto del acuerdo firmado con los sindicatos sobre recuperación de residuos como combustibles, la industria cementera ha sido pionera en la creación de la figura del delegado de medio ambiente en las fábricas. Se trata de representantes de los trabajadores – dos por fábrica elegidos por las centrales medioambientales- con funciones específicas en materia de prevención de riesgos medioambientales.

Entre sus funciones destacan colaborar con la empresa en la mejora de las acciones medioambientales, fomentar la cooperación de los trabajadores en la ejecución de la normativa medioambiental y ejercer una labor de vigilancia y control sobre el cumplimiento de la normativa de medio ambiente y del convenio sobre valorización.

Valorización material

Por otro lado las plantas cementeras se han constituido en grandes recicladores de residuos –valorización material- ya que anualmente utilizan casi seis millones de toneladas de residuos minerales de otras industrias. Esto es posible debido a que tienen una composición muy similar a la de las materias primas utilizadas en la producción de cemento. Además también se usan otros materiales denominados adiciones, que se incorporan al clínker para potenciar determinadas cualidades del producto final.

Entre los residuos empleados como materia prima destacan las cenizas de combustión, las arenas de fundición y los residuos de demolición, entre otros; mientras que los residuos más utilizados como adiciones, en la parte final del proceso de producción son las cenizas volantes de central térmica, las escorias de alto horno y el yeso químico.

En el capítulo de la valorización material destaca el acuerdo firmado en la industria cementera el año pasado con la Unión de Empresas Siderúrgicas, Unesid con el que se pretender fomentar la sustitución de parte de las materias primas por escorias de acería de horno. El sector siderúrgico produce anualmente más de dos millones de toneladas de escorias.

Actualmente en España valorizan, tanto material como energéticamente, 14 plantas de las 38 existentes.